miércoles, 22 de octubre de 2008
EL ESPEJO
...Y volvió a mirar ese espejo gastado, y volvió a descubrir el mundo que escondía bajo esa piel arrugada, el enigma de una belleza distinta que solo él podía entender, que solo el podía disfrutar.
Las marcadas arrugas se interponían entre sus sueños, pero también eran partes de un sueño muy largo que es la vida; eran las marcas de los golpes, del dolor, pero también de sus caricias, de las manos frágiles que lo habían protegido tanto tiempo.
Bajo el suave resplandor de la luna observaba el reflejo de los blancos cabellos que revoloteaban con un aire casi fantasmal en su cabeza, presas de una tibia brisa, la de ese aliento que liberaba vida usando palabras, la de esa voz que curaba todas sus heridas con una sonrisa.
Siguió escarbando en su sentir chocándose con la verdad, chocando su mirada con la misteriosa paz del derruido espejo, descubriendo los ojos de un profundo pasado que anhelaba; sus ojos verdes como la hierba que ahora solo eran sombras acumuladas en el rincón de un espejo.
Así llegó hasta unos labios resecos y quebradizos, muertos sin esos que tantas veces los habían humedecido de amor, los habían empapado de felicidad.
Por un momento una lágrima de pena surcó su mejilla, por un momento lo invadió la ternura de su imagen, pero solo por un momento, hasta que un sueño se terminó, hasta que una tibia brisa apagó una gastada vela, creando así una sombra nueva en el viejo espejo que colgaba de la pared...
Ariel ALMADA
12/6/98
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